lunes, 26 de diciembre de 2011
¿REALMENTE CELEBRAMOS LA NAVIDAD?
Cada año se percibe menos un espíritu navideño. Cada vez son menos los que hablan del nacimiento de Cristo y sobre todo de su propósito para haber venido a esta tierra, convertirse en un hombre y pagar con su vida para darnos salvación.
En los medios casi no hay programación dedicada a la Navidad, y en las estaciones radiales no se escuchan las canciones navideñas y menos aún los villancicos característicos de la época. Sin ser fatalista, ni exagerada, me atrevería a decir que si no fuera por las tremendas campañas y aglomeraciones producidas por las compras de regalos y fiestas "navideñas"... ¡pareciera que no es Navidad! La gente corre, pero no precisamente por adorar al Señor.
"... es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente sólo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado". 2ª Tim.3:1-2
La proximidad del Año Nuevo nos lleva a hacer balances, recuentos y a meditar en cómo fue nuestro año. Escuchando uno de esos clásicos navideños, me hizo meditar en lo que Dios espera de mí, del espíritu que debe permanecer y dominar mi mente y con ello mi forma de ser. La letra decía algo así:
"En cada situación, tomo lo bueno y lo malo. Las cosas se complican, pero no tengo derecho a sentirme triste cuando pienso en los hambrientos y necesitados...
Cuando escucho el sonido de las quejas, me tapo los oídos y doy gracias a Dios por estar aquí.
Y cada noche antes de dormir oro para guardar mi alma, y en lugar de contar ovejas, cuento mis bendiciones"...
Ahí está la clave: LA GRATITUD. Reconocer que todo lo que tenemos es gracias a Dios, comenzando por la salvación a través de la vida de su Hijo Jesús. Gratitud por su fidelidad, el cumplimiento de sus promesas y por poder vivir confiados, seguros de su protección frente a los acontecimientos y peligros que nos rodean. Gratitud por sus misericordias que se renuevan día a día y por su gracia que nos sostiene.
La falta de gratitud nos vuelve egoístas, indiferentes, a un Dios de amor. Nos aleja de él y con eso viene el inconformismo, un vacío que nada lo llena, la soledad, la queja, la tristeza, el resentimiento, la envidia, etc. ¡Alabemos entonces como lo hizo David! :
"Te doy gracias, oh Señor, con todo el corazón; delante de los dioses cantaré tus alabanzas.
Me inclino ante tu santo templo mientras adoro; alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu fidelidad, porque tus promesas están respaldadas por todo el honor de tu nombre.
En cuanto oro, tú me respondes; me alientas al darme fuerza.
Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos. Aunque estoy rodeado de dificultades, tú me protegerás del enojo de mis enemigos. Extiendes tu mano, y el poder de tu mano derecha me salva.
El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre. No me abandones, porque tú me creaste". Salmo 138:1-3, 6-8
Que a la hora de nuestros recuentos nos llenemos de poder. Poder para ver las dificultades como oportunidades, los problemas en soluciones y las pérdidas en ganancias, teniendo la confianza del propósito de Dios para nuestra vida.¡FELIZ AÑO NUEVO 2012!
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